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latidotrémulo

mirarte no puedo, sin imaginar, acariciar tus labios con la calidez de los míos,
a mi diestra estabas en mi vereda, eras un yermo, y decidí inundarte de pensamientos suaves,
-no sentíste mi llamado-
y aunque el mar resaqueado estaba, me lancé a sus aguas,
nadé y nadé, pero tus ojos fueron mi perdición, a tal punto de ahogarme,
solo si no fuera por tantos suspiros, de seguro en el lecho me ayaría,
ahora que estoy desauciado,
no encuentro mejor cura a mis heridas que seguir escribiendote,
oh mi Remedios la bella, como ser tan puro, como encontrarme con tu aliento
y dedicarle mis mejores versos,
como no estar en Macondo y dejar que los minutos nunca tengan un fin,
y por cien años estrujar tus labios,
y morir como uno de los Buendía ...

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